La fiesta del trabajador abre mayo, el mes de las flores, el anticipo del verano.
El pueblo se llena de gente: los gritos de niños jugando en la Lonja, coches aparcados por todas las esquinas y la Plaza Mayor luciendo su mejor esplendor en las terrazas de los bares.
Más allá del Arrabal, fuera ya de los muros de la última casa, el Valle del Silencio acoge, como todos años, la romería del Convent, la que también en el pueblo da inicio a la temporada de fiestas del verano, que ya huele a baños y terrazas.
Este año, el tiempo ha contribuido a un nuevo éxito de participación, porque el cambio climático ya rompió la tradición de una feria de antigüedades pasada por agua. Pues este año, ni una gota, ni el semana Santa ni para el Convent.
La tarde antes ya habían preparado las peñas sus sitios, que cada cual conserva, año a año, el espacio que una vez ocuparon. Y por la mañana temprano, algunas caretas ya daban cuenta de las brasas de los más madrugadores.
A mediodía, la procesión llegó puntual a la cita de la Virgen con la cueva donde apareció por primera vez y tras la Misa, todos volvieron a sus rincones, donde ya humeaban aromas de paella y carne asada.
La tarde fue avanzando entre pasacalles, sorteos, juegos, risas, fiesta... todo gracias a la comisión que un año más se ha esforzado para que todo estuviera a punto.
Al final del día todavía hubo quien, a la luz de linternas, alargaba la estancia campera, mientras ya en el pueblo seguía la fiesta con un concierto en el Coscoll y otro en Casa Juan, hasta bien entrada la madrugada.
Lo único que este año no ha funcionado es la cámara de fotos del CSC, que está en el taller, pero gracias a Daniel Alfonso y Agustín Ciprés, que al enterarse que se nos había estropeado la cámara, no dudaron en dejarnos su material, podemos compartir con tod@s votr@s las imágenes para el recuerdo
NOVEDAD EN LA WEB: Estamos cambiando la forma de ver las fotos, ahora podrás compartir, comentar, descargar y etiquetar las fotos del CSC.